Como a más de uno en alguna ocasión se le pasó por la cabeza, se pueden establecer varios símiles entre un computador y el cuerpo humano: Tenemos dispositivos de memoria para almacenar datos en nuestro cerebro, tenemos una ALU que nos permite hacer cálculos lógicos y aritméticos… ¡hasta unos nervios que mueven nuestros músculos y que son los correspondientes buses multiplexados con líneas de control, dirección y datos!
Si se pueden establecer las similitudes anteriores, habreis escuchado también (o leído por ahí) las frases míticas como «El microprocesador es el corazón del PC» y «El corazón de tu ordenador es la CPU». Aunque realmente son muy bonitas y recalcan la importancia del mismo componente hardware, la similitud que establecen sin ir mucho más lejos es incorrecta: El microprocesador se correspondería en todo caso con el cerebro del cuerpo humano, no con el corazón.
Más de uno dirá que un microprocesador «bombea» instrucciones y datos entre sus registros (sobre todo si es de tipo RISC), pero al igual que el cuerpo humano, por muy potente que sea el cerebro si no se nutre este de oxígeno y otros nutrientes se muere y no funciona. Responsables de esto son las venas, que redistribuyen por todo el cuerpo el trabajo del músculo coronario. ¿Quién en un computador alimenta con energía a todos los componentes y les da vida? La fuente de alimentación (o PSU), es el corazón real de nuestro computador.
Con este artículo quiero haceros ver la importancia de este componente ya que es vital para la vida útil de nuestras máquinas, ya que una de mala calidad supondrá un problema a medio o largo plazo y puede llegar a poner en peligro la vida de nuestros componentes electrónicos independientemente de que uno tenga SAI o no.
Mucha gente adquiere las fuentes de alimentación denominadas genéricas, esas baratas entorno a los 30€ aproximadamente, que no tienen una potencia en wattios real (es inferior) ni una estabilidad a la hora de alimentar y proteger nuestro PC como las fuentes, denominémolas, «de marca».
Las PSU «de marca» no son genéricas y las fabrican fabricantes como OCZ, Zalman, Thermaltake, Tacens… y tienen una potencia real y una estabilidad sobresalientes. Algunas de ellas incluso protegen de sobrecargas o bajadas de tensión, poseen ventiladores ultrasilenciosos con sensores para activarse por su cuenta cuando haga falta y cada vez, un mayor número incorpora diseños de cable modulares, por lo que los cables que sobren no se enchufan en la fuente. Esto tiene dos ventajas obvias directas: la primera es que ahorramos espacio en el interior de nuestra torre y la segunda, es que mejoramos el flujo de ventilación en el interior de nuestra caja.
La potencia ya es en función de la máquina y nuestras necesidades, aunque siempre compensa tener un margen decente para no tener que comprar una PSU nueva si le metemos 2 discos duros más y una segunda tarjeta gráfica en SLI o CrossFire a nuestra placa base.
Todo esto que os acabo de contar yo lo descubrí de la peor forma: me gastaba una pasta gansa en micro, memos, placa base … y ¡rateaba en la CPU! Unos años más tarde me revento la fuente delante de mis narices pudiendo ocurrir una desgracia y, aunque mi equipo aparentemente no sufrió daños, se volvió muy inestable con la fuente de alimentación nueva.
Mens sana in corpore sano, de nada sirve un cerebro superdotado Intel Core i7 con buenos recuerdos en su 16GB DRAM DDR3 GEIL si luego su corazón no late con la potencia y seguridad que convienen, mermando la vida de los componentes o, en el peor de los casos, causando la propia muerte.
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